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Cosas que pasan

Cuentos

El pajarillo

El pajarillo Era un día de lluvia, con viento racheado, de esos en los que apetece estar en casa. El niño llegó del colegio con su cartera y su madre le dijo que había visto un pajarillo en la azotea que no podía volar.
Fue a la azotea y lo vio allí, indefenso, asustado... Debe de ser por culpa de la lluvia, dijo su madre. Podemos darle unas migas de pan, comentó el niño.
Durante el rato que estuvieron comiendo el niño no podía dejar de pensar en el pobre pajarillo y se levantaba para ver si había logrado levantar el vuelo.
Llegó la hora de irse al colegio de nuevo y el niño echó un último vistazo al pajarillo, que seguía sin poder volar.
Cuando regresó del colegio fue a la azotea para verlo pero no estaba. Había volado. Su madre le dijo que poco después de que se fuera él, había logrado levantar el vuelo. Una sensación de tristeza mezclada con alegría invadió al niño. Por un lado no volvería a ver al pajarillo pero por otro lado se alegraba de que pudiese haber vuelto a su nido.

La tormenta

La tormenta El cielo se cerró, el día se volvió noche y la lluvia empezó a caer con fuerza. Los rayos y los truenos se sucedían en aquella tarde de verano que había empezado de manera apacible. Los árboles aguantaban a duras penas los embates del viento.
Después de media hora de tempestad, la lluvia fue cesando y el viento se calmó. Entonces hacia el sur se empezó a ver claridad. Poco a poco el claro se fue a acercando y el sol empezó a brillar. Un arcoiris iluminó la tarde.
Entonces me acordé que siempre escampa, que no hay que perder la esperanza.

La llamada

La llamada Miré el reloj y vi que faltaban tan solo unos minutos. Por más que lo miraba el tiempo no pasaba. La última hora había sido eterna. Los segundos caían uno a uno, lentamente...
Volví la vista de nuevo hacia el reloj y conté mentalmente los últimos segundos. Diez, nueve, ocho... por fin son las diez!
Mi mirada entonces se volvió hacia el teléfono pero este no sonaba. Lo descolgué y comprobé que tenía línea. Me di una vuelta por la habitación intentando que el tiempo pasara un poco. Pasaron cinco minutos pero el teléfono no sonaba.
De repente lo hizo y el corazón se aceleró. Corrí hacia él y lo descolgué esperando escuchar su voz al otro lado, pero lo único que oí fue una voz extraña que me preguntaba por nosequién. No, aquí no es... No importa... Buenas noches...
De nuevo la espera, el tiempo que no pasa y... el teléfono vuelve a sonar. Tiene que ser ella, está vez sí.
Al poner el auricular en la oreja su sonido inundó mi cerebro hasta activar todas las terminaciones nerviosas de mi cuerpo... Era ella!

El encuentro

El encuentro Me preparo para la cita diaria. No es una cita cualquiera sino una cita con ella.
Después de tanto tiempo sigue siendo ella, una mujer sin nombre, sin historia, pero que me hace estremecer a su paso.
El lugar donde hemos quedado es el portal y la hora la de siempre.
No falla, puntual a su cita, nos saludamos, nos sonreímos...
Su cara denota cansancio, tal vez hastío, aburrimiento por la vida...
El ascensor llega, la dejo pasar, los pisos van pasando y el corazón se me acelera...
Llega mi piso y me bajo, me despido con un sencillo buenas noches. Ella me sonríe. Las puertas se cierran... Tal vez para siempre, quién sabe...
Mañana se lo diré...